Me conmueve demasiado hablar de la energía como tal y de sus alcances. De mostrar hasta que punto las partes del cerebro deben alinearse para que puedan funcionar mejor. Inclusive llegar a elevar nuestro nivel vibracional con el fin de lograr mayores estados de conciencia y de ser. Muchos científicos se han detenido en este misterio. Grandes culturas mencionan la glándula pineal como el motor de nuestra existencia. Responde a la fluidez de nuestros actos. Y no pretendo hacer ciencia por no ser idónea en el tema, pero la espiritualidad me dicta que no se pueden disociar esos dos campos que nos habitan; el corporal y el espiritual. De eso sacamos la fuente de nuestro diario vivir para hacerlo de forma más adecuada al unificar nuestros sentidos, activar nuestros centros energéticos como son los chakras y al hacer uso de una energía positiva que se logra con la armonía que le trabajemos a nuestro cuerpo y a nuestra mente.