Cuando hice escala en Frankfurt, sentí la calidez de la mano de Goethe y, al visitar su inmensa casa, percibí un halo mágico en el estático reloj antiguo, los viejos y hermosos espejos, las paredes con papeles tapices de la época, los techos y cortinas del salón principal, las lindas chimeneas y los retratos familiares.
Vamos a completar casi 280 años después de su nacimiento y «Fausto» sigue siendo un clásico, que plantea la búsqueda de la verdad y del profundo sentido de la vida. Es como un llamado que me invita a evocar ese pensamiento desbordado en sus textos. «La libertad como la vida, sólo la merece quien sabe conquistarla todos los días», inspiradora frase que me impulsa a continuar escribiendo sin tregua, ganándole tiempo a los días y dejando huella a través de mi obra.