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NeriSantosGomez

Cuando se conjugan el erotismo con la poesía, y precisamente por la mano de una reconocida escritora de fama mundial como lo es Bella Clara Ventura, resultan libros inquietantes, generadores de imágenes, hermosos y reveladores como este, que producen en nosotros, los lectores, un ejercicio de arqueología personal. Al internarse en los versos se excava en las sensaciones y recuerdos, presentándote además los instrumentos para desenterrar ciudades dormidas.

En estas páginas se desvelan los secretos que encierran las fibras del cuerpo, protagonista de este poemario, y se revela el origen de las fuerzas que marcan su piel al arrojar luz sobre su indescifrable interioridad y sus más íntimos deseos.

A diferentes partes del cuerpo, la autora le dedica poemas, como por ejemplo a los senos, los ojos, la piel, las manos, la boca y hasta al pie sin dejar ningún recodo carnal sin explorar. Siempre valiéndose de la metáfora en su sentido más original, el símil, la alegoría y otros recursos literarios, que Bella Clara sabe crear, son usados magistralmente para nombrar otras partes del cuerpo.

Los poemas están escritos con intensa imaginación y una carga de erotismo, pero un erotismo fino. Sin embargo, no deja de sorprendernos una irreverencia y picardía que convierten las estrofas en juegos iniciáticos como los practicados antes del placer sexual. Para nuestro disfrute hay travesura y risas enredadas en las rimas como lo logran los buenos amantes.

La exuberancia del vocabulario lírico que encontramos en este poemario, abre apetitos lascivos al no dejar de ser un canto al amor carnal. Sin embargo, las palabras tan bien combinadas, en un ambiente íntimo, van mucho más allá. De allí el título, Afrodita en el alma. Cuando en el acto amatorio se alcanza el clímax, se trasciende y se toca el cielo, algo así como comulgar con la divinidad.

Los versos de Bella Clara tienen ese alcance a lo divino, celebran la vida sensual y carnal pero van más allá, encumbrándose en lo espiritual. Nos susurran sobre el amor, sobre el deseo, sobre la vida, con la constante energía que la mueve y la despierta.

La poesía, ese arte sublime de capturar lo inefable, se erige en estas páginas como el refugio de las emociones más profundas y sinceras. Bella Clara nos embarca en un viaje hacia los abismos del alma y la cumbre de los sentidos. Un viaje íntimo que se presenta como un homenaje a la sensualidad femenina, sin olvidar la masculina. Un canto valiente y sincero a la energía primordial que nos habita y que a menudo reprimimos y silenciamos.

Afrodita en el alma es una oda a la vida, a los placeres y a los sentidos. Es también un abrazo a la esencia del ser. Cada verso contiene una expresividad efervescente, (tanto como la espuma del mar, de donde se dice que nace Afrodita). Igualmente, al leer e internalizar estos versos se produce una resonancia lírica que despierta.

Bella Clara escribe sin mojigaterías, sin máscaras, prescindiendo de esa segunda piel que no es más que apariencias, para ir al mundo onírico y de allí saltar con naturalidad al sensorial, utilizando el lenguaje del amor, ese gran motor del mundo que no se puede ver pero sí se puede sentir. Este es un poemario erótico, y como tal un canto a la vida, a la libertad de sentir, de experimentar, de dar alas al gozo, al placer y a la expresión.

Este libro está compuesto por treinta y tres poemas. El número treinta y tres, en lo espiritual, se asocia a un alto nivel de conciencia y espiritualidad. Es un número maestro que simboliza la unión de lo físico con lo anímico. Me hizo notar su autora que también los números de su nacimiento suman el mismo treinta y tres.

Los escritores saben la importancia de los títulos en sus obras. Los títulos son promesas, puertas de entrada que atraen y anticipan, pudiendo determinar tanto el carácter de una obra como su reflejo temático y simbólico. Afrodita, en la mitología griega, es la diosa de la belleza, de la sensualidad y del amor. Al agregarle la palabra “alma” a Afrodita el poemario alcanza un nivel místico que se comprueba en su lectura.

Los títulos de cada uno de los poemas que hoy nos convocan son títulos dramáticos y alegóricos. Cada uno de ellos crea anticipación y desde ese inicio el erotismo contenido en el poema empieza a trabajar con su carga de emoción en el lector. Si colocara cada uno de los títulos separados de su poesía, podría formar con ellos un collage de emociones, una almazuela, con la potestad de ser en sí mismos poesía.

El poemario está conectado con la mitología griega y romana. Eros, como dios griego responsable de la atracción física, el deseo sexual y el amor, aparece entre las líneas. También hay alusión al “Cantar de los Cantares” del Antiguo Testamento, canto sofisticado por excelencia donde los amantes se regocijan en su intimidad y su deseo.

Por otro lado, la autora se vale de personajes como Caperucita Roja, Peter Pan, hadas madrinas y otros protagonistas y seres conocidos para situarnos en un mundo fantástico y entretenido que remedan al juego amatorio tal como el sano esparcimiento entre amantes, que produce sonrisas y bromas antes o después del acto amatorio. Esto ayuda a llevar, a ratos, estos poemas a un nivel conocido y picaresco.

Anaïs Nin fue una escritora prolífica cuyos escritos alcanzaron más de 35.000 páginas. Todo el que conoce la obra de Bella Clara Ventura sabe que ella es también un volcán en erupción del que brotan novelas, poemarios, ensayos, artículos y toda clase de creación literaria. Ambas son escritoras prolíficas.

En el año 2019 fui galardonada con el premio Anaïs Nin de literatura erótica por mi libro de relatos Al borde de la decencia. Nada me daría más gusto que ese premio se hiciera eco en Bella Clara Ventura, que lo merece por cada uno de estos poemas y por el conjunto de su obra.

Al igual que Anaïs Nin, quien con su pluma desnudó el alma femenina y exploró la profundidad del deseo, estos poemas dan voz a las emociones más íntimas y ocultas. Nin, con su capacidad para transformar la experiencia erótica en arte, nos enseñó que la sensualidad es una danza perpetua entre la luz y la sombra, una sinfonía de latidos y suspiros que nos conecta con lo más esencial de nuestra existencia.

Bella Clara merece ese premio porque, como decía Anaïs Nin: “Estoy tan sedienta de lo maravilloso que solo lo maravilloso tiene poder sobre mí. Todo lo que no pueda transformar en algo maravilloso, lo dejo ir”.

Y este libro de poemas es, en verdad, maravilloso.

Nery Santos Gómez